SOMONTÍN:
“El pueblo de los tricornios”
“El pueblo de los tricornios”
EL PAÍS Año-1.999
En las casas de los vecinos de Somontín -un pueblecito del Alto Almanzora- Almería, el rincón preferente del mueble del salón no lo ocupa la foto del “mozo” cuando hacía el Servicio Militar. En sus casas el uniforme es otro, también verde, pero con tricornio incluido. Y es rara el hogar donde esta imagen no esté inmortalizada, porque es muy rara la vivienda en la que alguno de sus miembros no es de profesión Guardia Civil.
Somontín no tiene cuartel, nunca lo ha tenido. Pero, curiosamente, concentra la mayor proporción de Guardia Civiles de toda Ansalucía. Superan más del centenar de varones que visten el uniforme que les compromete a dar “Todo por la Patria”.
En el año 1.924, dos pequeñas fábricas de talco se instalaron en la estación de ferrocarril de Purchena, un municipio que dicta 9 kilómetros de Somontín y que es el pueblo de la Guardia Civil más cercano a los somontineros. Tras la Guerra Civil se alcanzó una producción récord que rozaba las 8.000 toneladas y en el año 1.942 llegaron a producir el 45% de la producción nacional. Pero aparecieron nuevas fábricas y la bonanza económica se truncó. Eso provocó que muchos de los vecinos de Somontín se viesen avocados a la emigración. De los 1.047 habitantes que había en 1.950, se pasó a 680 veinte años después. Muchos escogieron Cataluña como horizonte para un futuro mejor. Otros optaron por una vía más curiosa: ingresaron en la Guardia Civil.
Somontín no tiene cuartel, nunca lo ha tenido. Pero, curiosamente, concentra la mayor proporción de Guardia Civiles de toda Ansalucía. Superan más del centenar de varones que visten el uniforme que les compromete a dar “Todo por la Patria”.
En el año 1.924, dos pequeñas fábricas de talco se instalaron en la estación de ferrocarril de Purchena, un municipio que dicta 9 kilómetros de Somontín y que es el pueblo de la Guardia Civil más cercano a los somontineros. Tras la Guerra Civil se alcanzó una producción récord que rozaba las 8.000 toneladas y en el año 1.942 llegaron a producir el 45% de la producción nacional. Pero aparecieron nuevas fábricas y la bonanza económica se truncó. Eso provocó que muchos de los vecinos de Somontín se viesen avocados a la emigración. De los 1.047 habitantes que había en 1.950, se pasó a 680 veinte años después. Muchos escogieron Cataluña como horizonte para un futuro mejor. Otros optaron por una vía más curiosa: ingresaron en la Guardia Civil.
Juan Oliver García, de 57 años, (en 1.999), es un ejemplo de aquellos a los que la crisis de las minas de talco les llevó a pensar en el uniforme. “Yo ingresé en el año 1.966. No tenía ningún antecedente en la familia pero las minas se habían agotado y en el pueblo habíamos tenido algunos generales y coroneles. Todo eso influyó para que muchos decidiéramos hacernos guardias”. Oliver, que ha dedicado 30 años de su vida al Instituto Armado, está actualmente jubilado.
Sin embargo el ejemplo de su trabajo ha cundido entre los suyos: Antonio Francisco Oliver Fernández, tiene 29 años y ya ha pasado por Teruel, Pamplona y Macael (Almería). “Nunca pensé dedicarme a otra cosa. Lo mío es por vocación. Como no iba a tener vocación si he pasado toda mi vida en las casas-cuartel”. Toda su vida jugueteando entre señores de verde y tocados con tricornio, y cinco años haciendo el servicio con su padre, hasta que éste se retiró. Antonio Francisco es el único hijo varón de Francisco Oliver, pero a este afable Guardia Civil jubilado, hasta sus hijas le han sido fieles en aquello de la vocación: sus dos hijas casadas lo están también con Guardias Civiles. (Hoy ellas también lo serían puesto que la Ley que dio entrada a las mujeres al cuerpo se aprobó con posterioridad). Ahora los nietos de Francisco juguetean con el tricornio del abuelo dejando traslucir una continuidad generacional en eso de la profesión escogida. Los habitantes de Somontín son conscientes del arraigo que ha alcanzado en su pueblo la presencia de Guardia Civiles y cuidan con esmero la tradición. Ya se encuentran casi ultimados los detalles de la ermita que han construido para albergar la imagen de la nueva Virgen del Pilar que adquirieron en Zaragoza. Y casi todo el pueblo es miembro de la Hermandad de la Virgen del Pilar. Somontín enclavado en la Sierra de las Estancias, se ha convertido en cuna de Guardia Civiles. Primero fue, para muchos, la necesidad de encontrar un trabajo con el que poder buscarse las habichuelas. Ahora, es la vocación que los hijos y los nietos han mamado de sus progenitores.
Sin embargo el ejemplo de su trabajo ha cundido entre los suyos: Antonio Francisco Oliver Fernández, tiene 29 años y ya ha pasado por Teruel, Pamplona y Macael (Almería). “Nunca pensé dedicarme a otra cosa. Lo mío es por vocación. Como no iba a tener vocación si he pasado toda mi vida en las casas-cuartel”. Toda su vida jugueteando entre señores de verde y tocados con tricornio, y cinco años haciendo el servicio con su padre, hasta que éste se retiró. Antonio Francisco es el único hijo varón de Francisco Oliver, pero a este afable Guardia Civil jubilado, hasta sus hijas le han sido fieles en aquello de la vocación: sus dos hijas casadas lo están también con Guardias Civiles. (Hoy ellas también lo serían puesto que la Ley que dio entrada a las mujeres al cuerpo se aprobó con posterioridad). Ahora los nietos de Francisco juguetean con el tricornio del abuelo dejando traslucir una continuidad generacional en eso de la profesión escogida. Los habitantes de Somontín son conscientes del arraigo que ha alcanzado en su pueblo la presencia de Guardia Civiles y cuidan con esmero la tradición. Ya se encuentran casi ultimados los detalles de la ermita que han construido para albergar la imagen de la nueva Virgen del Pilar que adquirieron en Zaragoza. Y casi todo el pueblo es miembro de la Hermandad de la Virgen del Pilar. Somontín enclavado en la Sierra de las Estancias, se ha convertido en cuna de Guardia Civiles. Primero fue, para muchos, la necesidad de encontrar un trabajo con el que poder buscarse las habichuelas. Ahora, es la vocación que los hijos y los nietos han mamado de sus progenitores.
Juan Sánchez-NOVIEMBRE-2.016
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