OLULA del RÍO
Comarca
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“EL VALLE DEL ALMANZORA”
ABC. Miércoles 28 de Marzo de 1.984
Jesús FERNÁNDEZ MUÑOZ.
Jesús FERNÁNDEZ MUÑOZ.
Prólogo: Por una vez, recibimos parabienes desde el otro lado.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Después de salvar la rambla de Valcabra en la solitaria carretera que desde Baza conduce a la zona Norte de ña provincia de Almería, aparece una amplia meseta de tierras rojizas barrida en invierno por fríos y fuertes vientos, en la que escasos y raquíticos almendros intentan sobrevivir bajo un purísimo cielo azul. Al llegar al Hijate, límite noroccidental de la cuenca del Guadalquivir, contemplamos a lo lejos la Sierra de Los Filabres y sucumbre más alta, la Tetica de Bacares (2.083 metros), viejo tótem de piedra adorada por los hombres prehistóricos; esta tierra, espina dorsal de la provincia almeriense, fue cuna de la primera Edad del Bronce de la importantísima Cultura del Argar.
Se penetra en el Valle por Serón, donde todavía se contemplan las ruinas de una fortaleza árabe, llave de Guadalmanzor, y retos desmochados de los cargaderos de mineral de hierro que desde el alborear de la historia ha sido extraído de las entrañas de la sierra.
El paisaje viene marcado por la constante erosión que ha ido descarnando los desnudos cerros hasta dejar al descubierto sus esqueletos de dura piedra o pizarra de metálicos destellos.
El paisaje viene marcado por la constante erosión que ha ido descarnando los desnudos cerros hasta dejar al descubierto sus esqueletos de dura piedra o pizarra de metálicos destellos.
El ambiente del Valle, en un clima suave con una atmósfera transparente como el cristal, está oreado por los aromas que producen el romero, tomillo, cantueso e hinojos, que aquí tanto abundan. Tiene este paisaje resonancias de la antigüedad clásica y hay que imaginar que en un marco semejante a él debieron desenvolverse aquellos hombres y aquellas culturas jamás en la historia igualadas.
La estrecha carretera que camina paralela al río y al ferrocarril va comunicando los pueblos que dan vida al Valle, Somontín, Lúcar, Tíjola, Purchena, Macael, Olula, Fines y Cantoria; y cuando aquella se separa del río, el paisaje se vuelve más reseco, por lo que en esas tierras altas sólo pueden medrar la humilde retama, las plantas aromáticas y algunas panojas de esparto; en los numerosos barrancos que a nuestro paso encontramos, cultivan el clásico olivo y la pomposa higuera en escalonados bancales formados por atochadas de piedra; en las alturas de la Sierra se columbran algunos pinares, cada día más extensos por la repoblación; y, junto a la carretera, la exótica pita con sus carnosas hojas y esbelto tronco rematado en un penacho floral.
El río constituye el eje medular de esta Comarca y en su curso va recibiendo multitud de ramblas y barrancos que permanecen sedientos la mayor parte del año, pero que en los días de tormenta puede originar enormes riadas; de él mediante larguísimas y originales galerías, herencia morisca, se va extrayendo el agua, que conducida por zigzagueantes acequias,
nutre los pagos que se suceden: El Faz, Torainina, Tomácar, Almachal… donde se cultivan frutales de todo tipo, junto a huertos de naranjos limoneros y parrales, y los bíblicos granados con sus llameantes flores, y numerosas alamedas que dan frescor y sosiego en los calurosos días del verano almeriense.
nutre los pagos que se suceden: El Faz, Torainina, Tomácar, Almachal… donde se cultivan frutales de todo tipo, junto a huertos de naranjos limoneros y parrales, y los bíblicos granados con sus llameantes flores, y numerosas alamedas que dan frescor y sosiego en los calurosos días del verano almeriense.
Socialmente son comunidades muy equilibradas, aquí no existe el latifundismo, y, aunque sus economías son sencillas, viven en general con desahogo; su agricultura, típicamente mediterránea, es de calidad; lo que unido a la omnipresente industria dem mármol de Macael -de cuyas canteras se extrajeron los bloques en que fueron esculpidas las columnas de la Alhambra granadina-, las da un nivel de vida realmente aceptable.
Al final de la carretera del Valle se encuentra Cantoria, verdadera perla del Almanzora, y arquetípico pueblo de la zona; está recostado en las faldas de un cerro que preside una amplia y rica vega; su bello trazado no es habitual en nuestros pueblos, y llama particularmente la atención la grandiosa fábrica de la Iglesia que preside su vida, de sencillas y sugestivas líneas, desde cuyas torres un reloj marca las horas para una comunidad con auténtica personalidad.
En contra del tópico, en estos pueblos almerienses palpita mucha vida, y sus habitantes tienen, en general, una cultura media superior a la mayoría de las comarcas de Andalucía. Hay que tener en cuenta que allí existen poquísimas personas auténticamente pobres, además sus gentes tienen un espíritu abierto al progreso y se sienten muy atados al terruño.
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